Una locura bastante razonable

J M Arnaiz(José María Arnaiz– secretario general de la USG)

“También en el siglo XXI merece la pena tener grandes ideales, como creer en un Dios, cumplir deberes, dejarle el asiento a un anciano en el metro, ser honesto en los exámenes, decir sólo la verdad”

Es título de libro, y el gran mensaje que me queda de estas fiestas pascuales de 2009, que me han dejado lleno de pasión. 

Por lo mismo, de entrada, en esta reflexión quiero dar gracias a Jesús y al cristianismo por vivir de esta locura. Mi reflexión se dirige a los cristianos que tienen que marchar a contracorriente y que, al mismo tiempo, sienten que por nada tienen que salirse del agua.

Puede servir para ser coherentes con nuestra fe, contagiarla y transmitirla antes de que llegue a interrumpirse la cadena, ya que será difícil restaurarla. Es lo que necesita el mundo hoy, aunque para más de uno ser cristiano puede parecer una locura. Y, en el fondo, como una locura lo presentan los medios de comunicación, que bombardean con mensajes duros lo que la gente sensata acostumbra a hacer: pararse ante el semáforo en rojo, tratar con respeto a su novia, vivir sobrio, estudiar y trabajar de día y dormir de noche, cumplir sus compromisos, no quedarse con la vuelta cuando le han dado dinero de más; preocuparse por los últimos de la sociedad, no ganar sueldos exorbitantes. En el fondo, es comportarse como procuraron hacerlo Sófocles, Pablo de Tarso, Dante, Teresa de Calcuta, Gandhi.

También en el siglo XXI merece la pena tener grandes ideales, como creer en un Dios, cumplir deberes, dejarle el asiento a un anciano en el metro, ser honesto en los exámenes, decir sólo la verdad. A los que así proceden les van bien tres mensajes: que son totalmente normales, que no están solos y que no sacan nada quedándose en un rincón lamentándose por lo mal que está el mundo; es hora de que den la buena batalla, y puede ser que hasta lleguen a vencer sin derrotar a nadie. El cristianismo le viene muy bien al ser humano. Pero el cristianismo es exigente. Lleva a creer en la resurrección de alguien que padeció la cruz y murió.

jmarnaiz@vidanueva.es 

En el nº 2.656 de Vida Nueva.

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