JUAN GARCÍA RODRÍGUEZ (CÁCERES) | San Agustín decía que únicamente sabe vivir bien quien sabe rezar. Al año de la renuncia de Benedicto XVI, este participa de esa vida buena, porque la oración no supone, como algunos creen, aislarse del mundo y de sus contradicciones.
Por contra, reconduce al camino, a la acción, porque la vida cristiana es eso: un continuo subir a la montaña para encontrarse con Dios, para después descender llevando el amor y la fuerza con el fin de servir a los hermanos con el mismo amor de Dios. En esto, precisamente, el papa emérito nos está dando una gran lección de vida.
En el nº 2.885 de Vida Nueva
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