JORGE JUAN FERNÁNDEZ SANGRADOR | Director de la BAC
“Las ventas de libros religiosos han disminuido notablemente. Quien aduzca que la primera y más importante razón es la crisis económica acierta solo en parte. Baste ver la profusión de aparatos electrónicos que se adquieren y sostienen por medio de cuotas mensuales. Para eso sí hay dinero.”
Las ventas de libros religiosos han disminuido notablemente. Quien aduzca que la primera y más importante razón es la crisis económica acierta solo en parte. Baste ver la profusión de aparatos electrónicos que se adquieren y sostienen por medio de cuotas mensuales. Para eso sí hay dinero.
Los motivos hay que buscarlos en otras circunstancias. Por ejemplo, en la merma de vocaciones al sacerdocio y a la Vida Consagrada. Las casas de formación han sido las principales sustentadoras de las editoriales católicas. Seminarios desocupados, noviciados suprimidos e instituciones religiosas venidas a menos son en buena medida la causa de que se haya cortado el flujo de distribución de libros. No es el caso de América.
Por otra parte, las librerías generalistas no suelen tener publicaciones religiosas. Unas, por opción: no quieren ese tipo de producto. Otras, porque saben que el consumidor de tales obras procura abastecerse en establecimientos diocesanos o especializados; de este modo, los puntos de venta se reducen a tan solo dos o tres por provincia. Muchas, simplemente, porque no les llegan los libros.
La era digital ha traído la posibilidad de hacer tiradas reducidas, a bajo costo y venderlas on line. Y el libro electrónico, aun sin estar plenamente asentada la mercadotecnia, va abriéndose paso en España. Ese parece ser el futuro, y las editoriales católicas tendrán que acometerlo aumentando el nivel asociativo entre ellas; solo así lograrán cumplir los fines que les competen.
En el nº 2.755 de Vida Nueva.