La madrugada del 9 al 10 de noviembre de 1989 marcó un antes y un después en la historia contemporánea. La caída del Muro de Berlín supuso la revolución de la lógica, que declaraba simplemente irracional que los ciudadanos de una ciudad –y un mundo– estuvieran separados por un bloque de cemento. Ese día iniciaron también su desplome los regímenes comunistas de la Europa del Este. Veinte años después, entre los numerosos homenajes, la Fundación Konrad Adenauer reunió a tres personajes esenciales en ese episodio: Helmut Kohl, Mijail Gorbachov y George Bush padre. En tan significativa foto faltaba un hombre vestido de blanco y que, con el poder de su palabra, contribuyó enormemente a esa libertad: Juan Pablo II.
En el nº 2.682 de Vida Nueva.