Viaje

Chema Caballero(Chema Caballero– Misionero javeriano en Sierra Leona)

“Muchos de ellos ni siquiera conocían Freetown, la capital de su país, nunca habían salido de la selva del Tonko Limba. El choque fue fuerte (…) El primer comentario que hicieron entre ellos fue: ‘Los blancos no hacen el mínimo esfuerzo’. El segundo: ‘¿Por qué ellos tienen tanto y nosotros nada?'”

Hace un par de semanas llegué a España acompañado de 13 chicos sierraleoneses a los que había invitado la Fundación del Real Madrid a visitar nuestro país. Todos provenían de nuestros programas de ayuda a jóvenes. Algunos de ellos habían sido menores soldados, otros víctimas suyas. El fútbol nos sirve como excusa para trabajar con todos ellos, conocerles e intentar proponerles alternativas a la violencia juvenil que normalmente acompaña a los períodos de postguerra.

Evidentemente, no trajimos a los mejores jugadores porque el objetivo de la visita no era que el Real Madrid fichase a alguno de los chavales, aunque visto como le van las cosas últimamente no sería una idea a descartar. El viaje era una especie de premio a los que más se esfuerzan en cambiar sus vidas y centrarse en sus estudios, formación profesional o trabajos.

La selección fue difícil porque muchos se merecían el premio, pero también era necesario tener en cuenta quiénes eran los más maduros para que pudieran integrar el choque que el viaje les iba a suponer. Muchos de ellos ni siquiera conocían Freetown, la capital de su país, nunca habían salido de la selva del Tonko Limba.

El choque fue fuerte. En el aeropuerto de Bruselas, mientras cambiábamos de avión, se inició el descubrimiento de un mundo mágico -escaleras mecánicas, ascensores, puertas que se abren solas, grifos automáticos, aire que te seca las manos…- que luego continuó a nuestra llegada a Madrid: edificios enormes, coches maravillosos, autovías y circunvalaciones, túneles subterráneos…

El primer comentario que hicieron entre ellos fue: “Los blancos no hacen el mínimo esfuerzo”. El segundo: “¿Por qué ellos tienen tanto y nosotros nada?”.

En el nº 2.660 de Vida Nueva.

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