(Juan Rubio) Será en la tarde del próximo lunes, 28-F, cuando los obispos españoles hagan el sondeo para elegir a quien presida la Conferencia Episcopal los próximos tres años. Sondear es realizar una averiguación sobre algo, y lo que hay que averiguar está claro: qué prelado puede liderar y coordinar la respuesta de la Iglesia española a los retos que hoy tiene planteados: la Nueva Evangelización en este país de viejo cuño católico, en el que hay que volver a anunciar el Evangelio como propuesta de sentido para la vida. Y que lo haga en comunión, con un talante en el que, a la firmeza de la fe, no le falte el suave vínculo de la caridad. Han de buscar un perfil que aglutine y que haga de la Casa de la Iglesia un taller de trabajo conjunto e ilusionado.
El sondeo se hará tras orar y dialogar. No hay candidatos, pese a que hayan corrido listas para la presidencia de las comisiones o, incluso, para el Ejecutivo. En un organismo tan presidencialista en sus estatutos no se puede hacer gran cosa.
El cansino bipartidismo hispano es una trampa en la que la Iglesia cae con frecuencia, azuzada por lo mediático, que hace ver mitras tirias y troyanas; báculos rojos o azules y pectorales progres y conservadores. Ya lo decía aquel: no hay nada más parecido a un obispo que otro obispo.
Siempre atentos a la comunión, son más habladores en el anonimato que en la palestra, aunque, también es verdad y quizás se desconozca, que en el interior de la Asamblea Plenaria se habla con más claridad que en otros foros sociopolíticos. ¡Ya quisieran en muchos lugares hablar con la libertad con que allí se habla, aunque sea con ese lenguaje tan clerical que lanza venablos arropados en piropos!
En menos de un año, los cardenales Rouco y Sistach presentarán su renuncia al Papa por motivos de edad. Si la Asamblea elige a alguno de ellos, estará, sin duda, poniendo al Papa en el brete de tener que mantenerlos en sus sedes tres años más. No sé si se ha consultado por deferencia a Roma para que no parezca un órdago en la mesa del Pontífice.
Pero si, aun consultadas las cosas, la Asamblea elige a alguno de ellos, Roma respetará la soberanía de los obispos, que verían muy mal una injerencia romana. El cardenal Cañizares dice en la entrevista que publica Vida Nueva que hay que elegir con responsabilidad y prudencia, buscando el bien de la Iglesia y no otras cosas.
Lo que está claro es que los obispos han de optar entre dejar pasar estos años y prepararse para los que están por venir, o adelantar calendario eligiendo de forma sorpresiva. Nadie espere una revolución copernicana.
La lista de arzobispos y futuros cardenales en un momento en el que solo hay dos en activo, y estos ya de salida, presenta nombres capaces, con capacidad para aglutinar sensibilidades. Queda ver si se les invita ahora a asumir responsabilidades o deberán esperar a que, pasados tres años, se inicie una nueva etapa. Está por ver y no hay que asombrarse de las sorpresas.
La responsabilidad no es de quienes busquen apoyos en una supuesta campaña silenciosa, tan legítima, sino de los propios obispos que van a elegir. Hacerlo con las vísceras traerá una imagen de división que en nada beneficia a la Iglesia hoy en este país tan escorado. Votar con prudencia y responsabilidad.
- A ras de suelo: Los obispos y el 23-F
En el nº 2.743 de Vida Nueva.
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