JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Y mientras veo estas masas de jóvenes deslizarse por Europa, buscando una habitación y un trabajo que les ayude a pagarse cursos para mejorar el idioma, me acuerdo de la gran labor de la Iglesia con los jóvenes españoles que se marchaban en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Las misiones católicas en países centroeuropeos eran hogares, escuelas, talleres, pero, fundamentalmente, referencias de la tierra.
No es una simple añoranza ni un deseo de volver a las misiones católicas, que en este mundo globalizado adquieren nuevos escenarios, pero sí una llamada de atención a la Iglesia española, tan encerrada en ella misma, tan pendiente de los jóvenes para llevarles a llenar estadios y polideportivos, tan dada a la instrucción moral, pero tan falta de iniciativas para que en muchos lugares de la Europa a la que se marchan puedan encontrar lo que aquellos jóvenes encontraron entonces: un lugar de acogida y de referencia, un aliento y una llama de ilusión.
Hay que recuperar aquel nervio y son muchas las casas españolas, de religiosos y de centros universitarios en Europa, que pudieran reinventar aquel modelo y seguir ofreciendo techo, pan y calor.
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- LA CRÓNICA DEL DIRECTOR: A los jóvenes, mejor el estímulo que la vara
En el nº 2.851 de Vida Nueva.
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