¡Cuidado con los niños!

(Juan Rubio – Director de Vida Nueva)

Se nos olvida que los niños son la esperanza del planeta. Se nos olvida que Jesús señaló a uno de ellos como ejemplo de actitud limpia y viva. Se nos olvida que si educamos a un niño, ya no tendremos que castigarlo cuando sea hombre. Se nos olvida que con un poco de amor a un niño habremos ganado un corazón. Si ves a un niño llorando, enséñale a sonreír y no te entretengas en limpiarle las lágrimas. Un niño llorando es algo tierno; un niño jugando alivia nuestro egoísta concepto del tiempo; un niño leyendo es admirable; un niño aprendiendo es asombroso. En las caras de los niños está escrito el futuro. “El mejor olor, el del pan; el mejor sabor, el de la sal; el mejor amor, el de los niños”, decía Graham Greene.Y todo esto lo digo para aliviar el dolor de tanto abuso cometido por quienes deberían cuidarlos. ¡Maldita traición al compromiso! ¡Maldito ejemplo el que derrama el agua limpia ya difícil de recoger! ¡Maldita hora en la que su aliento se topó con el temblor de un niño! ¡Maldito silencio cómplice y obsceno! El Papa ha reconocido la vergüenza y el dolor de las víctimas de estos abusos por parte de algunos sacerdotes y religiosos. Son una grave traición a la confianza y provocan un gran dolor. Ahora toca un mayor control de la psicología del clérigo, un mayor seguimiento del perfil del candidato al sacerdocio o a la vida consagrada. Cada día es más urgente velar por la madurez afectiva de apóstol con ministerio. ¡Nos jugamos mucho en esto! Mirar para otro lado es ser cómplice y toda complicidad merece su castigo. Abuso físico, pero también psicológico de quienes nunca debieron estar donde están o siguen abusando con alevosía y nocturnidad.

Publicado en el nº 2.648 de Vida Nueva (del 14 al 20 de febrero de 2009).

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