¡Mientras dure el pavo…!

Joaquín L. Ortega(Joaquín L. Ortega– Sacerdote y periodista)

“No se puede afirmar que en Cuba las relaciones Iglesia-Estado sean normales ni, menos, ejemplares. Pero tampoco sería justo hablar de hostilidad crónica. Existen tensiones ocasionales y rincones oscuros. Pero se constata la tendencia a dejar puertas abiertas”



La recurrencia tradicional del pavo en las fiestas navideñas me ha refrescado una vivencia cubana todavía reciente. Presente en La Habana para algunas conferencias y tertulias, recibí una invitación del cardenal Ortega Alamino para almorzar con él y con algunos de sus colaboradores. El almuerzo resultó ameno y más que interesante. A la hora del café, el cardenal me preguntó de sopetón si sabía lo que habíamos comido como plato fuerte. Poco ducho en gastronomías, tardé un poco en responder, sospechando que la pregunta tendría su intríngulis. Me decanté genéricamente por “algún ave de corral”. Luego aventuré que podría ser “capón o pularda”. El cardenal me sacó de dudas. Era pavo y, además, era el pavo que tradicionalmente le regala Fidel Castro cada año nuevo.

La anécdota del pavo “castreño” –toda una revelación– determinó ya el rumbo de la todavía larga sobremesa. Allí se habló de la “política de la afabilidad”, de la “experiencia del posibilismo”, del “propósito, al parecer mutuo, de no cegar todos los caminos”. Todo ello, y algo más, se relacionó con el viaje a Cuba de Juan Pablo II en enero de 1998, que yo viví allí desde el ámbito de la información. Aquella visita dejó una huella palpable todavía. No se puede afirmar que en Cuba las relaciones Iglesia-Estado sean normales ni, menos, ejemplares. Pero tampoco sería justo hablar de hostilidad crónica. Existen tensiones ocasionales y rincones oscuros. Pero se constata la tendencia a dejar puertas abiertas.

De hecho, y según entendí, el “test del pavo navideño” se ha convertido en un barómetro para las relaciones mutuas. Saqué la conclusión de que los comensales de aquel almuerzo coincidían en una suerte de resignación equivalente a suspirar: “¡Mientras dure el pavo…!”.

En el nº 2.689 de Vida Nueva.

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