“Para cambiar el mundo, tenemos que estar en el poder”

“Para cambiar el mundo, tenemos que estar en el poder”

Mujeres de 42 países abordan en un encuentro España-África la falta de derechos que padecen las africanas

Fdez De La Vega(José Carlos Rodríguez) Hay palabras que, un buen día, encuentran un lugar privilegiado en las agendas internacionales y que no se sabe muy bien cómo traducirlas al castellano. Una de ellas es empowerment, vocablo de tintes más o menos feministas que hace referencia al poder que las mujeres deben tener. Ésta ha sido la palabra estrella de los encuentros España-África, mujeres por un mundo mejor, el tercero de los cuales se celebró esta semana en Niamey, la capital de Níger.

Una de las principales impulsoras de este foro, la vicepresidenta del Gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, dejó muy clara su declaración de principios en el primero de ellos, ­celebrado en 2006 en Maputo (Mozambique): ­“Para cambiar el mundo y hacerlo mejor, tenemos que estar en el poder”. África sólo tiene una mujer que ostente la jefatura de un Estado, la presidenta de Liberia, Ellen Johnson-Sirleaf, y sólo en un ­país –Mozambique– hay una primera ministra (Luisa Dias Diogo).  Por eso, no es de extrañar que De la Vega arrancara entusiastas aplausos de las participantes cuando dijo que en España hay más mujeres que hombres en el Gobierno. Claro que, si es cuestión de comparar, Ruanda es el único país del mundo donde –por ley– la representación de género en el Parlamento es del 50%.

Aunque, por unos días, 397 mujeres de 42 países africanos consigan que sus derechos, la igualdad y su emancipación figuren en las agendas de los medios de comunicación y los gobiernos africanos, en la práctica, las mujeres de este continente tienen muy poco acceso a las mismas oportunidades y muy escaso poder para decidir sobre aspectos importantes de su vida cotidiana. Lo expresó muy bien la presidenta del Parlamento panafricano, la tanzana Gertrude Mongolia: las mujeres comen menos y siempre comen las últimas, y ellas son las primeras en sufrir la crisis alimentaria. De manera aún más gráfica lo dijo la ministra de Medioambiente de Benín: “En África los niños no dicen ‘papá, tengo hambre’, dicen ‘mamá, tengo hambre’”.

Salud y sexualidad

Tampoco en el campo de la salud parecen tener muchas oportunidades. África sigue siendo el continente donde más mujeres mueren por complicaciones derivadas del embarazo o en el momento del parto. Además, según datos recientes de Naciones Unidas, la mayor parte de ellas tienen que pedir permiso a sus maridos para acudir a un centro de salud. Las fístulas producidas en el momento del parto, con sus molestas pérdidas constantes de orina, son un verdadero calvario para muchas de ellas, que pueden llegar a ser repudiadas por sus maridos, a quienes no les será muy difícil encontrar otra mujer o varias. El incidente en el que la vicepresidenta española declaró sentirse “horrorizada” tras posar con un capataz nigeriano y sus tres mujeres (de quienes pensó al principio que eran sus hijas) va más allá de lo anecdótico. En muchas sociedades africanas –sobre todo musulmanas– la mujer tiene muy poco que decir cuando los ancianos de su clan arreglan un matrimonio concertado, o cuando su marido decide traer otra esposa a casa. Peor aún es el caso de las viudas, que en muchas culturas tradicionales se ven despojadas de su propiedad por los hermanos de su difunto marido, alguno de los cuales suele acabar heredándola como mujer.

Pero es en el campo de la sexualidad donde la mujer está más discriminada. Esto explica que en África haya más mujeres que hombres infectadas de VIH, casi todas ellas por su propio marido, y también que apenas tengan poder de decisión sobre el número de hijos que quieren tener. El caso más extremo es el de la violencia sexual contra las mujeres, una lacra que se practica como rutina en conflictos africanos como Darfur o la República Democrática del Congo.

A pesar de todo, durante los últimos años se han hecho avances positivos. En muchas facultades africanas, hay hoy tantas mujeres como hombres que cursan estudios universitarios. También se han multiplicado las ONG de mujeres que luchan por sus derechos y proporcionan cursos de capacitación y microcréditos.

Durante su estancia en Níger, Fernández de la Vega anunció la puesta en marcha de un plan, dotado con 60 millones de euros, para apoyar a los seis países más pobres de África (Níger, Burkina Faso, Guinea-Bissau, Sierra Leona, Malí y Benín) en su lucha contra el cambio climático y la crisis alimentaria.

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