Ahora que la edad de su sepultura no me queda tan lejos y que me acerco a ella sin mujer y sin hijos, las canas de mi abuelo cubren del todo mi pelo. Sigo escuchando en ellas ese 'memento mori' que hace densa mi vida y espolea mi amor. Es él. Viene conmigo. De su mano me lleva a la fila común.