El debilitamiento de la fe, con la dificultad objetiva en su transmisión, y el escándalo de los abusos tocan la figura del presbítero: en su identidad y en su ministerio. Por otra parte, una identidad sacerdotal vivida con alegría fortalece la comunidad presbiteral; pero, también, la debilidad de un presbiterio mina la fuerza vital y evangelizadora de cada sacerdote. Desde ambas premisas, próximos al Día del Seminario, buscamos cómo ‘Reconstruir nuestros presbiterios’