“Lo peor de todo es encontrarte en un país extraño, sin su pueblo y sus tradiciones, sin su familia y sus amigos, sin su lengua, la única que permanece para dirigirse a Dios. Pero siempre baja más de un samaritano que mira, se conmueve, se acerca y cura las heridas, que son tantas, después de un inmenso y desolado trayecto”.