"Cada vez que la catequesis copia los sistemas educativos de la enseñanza, los niños equiparan más a Jesús con Buda, Julio César o Napoleón, es decir, un personaje más de la historia. Pero si el catequista les habla de su experiencia de Dios, se hace eco de la presencia de Jesús, el Señor, en su vida, entonces, se convierte en un verdadero testigo. En ese momento los libros se caen de las manos y surge la fascinación de la fe".