"Cuando todo esto pase, sería bueno que obispos, sacerdotes, religiosos y laicos se sentaran a hablar, a sugerir ideas que nos hagan actuar como cristianos convencidos de que no está hecho el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre; que Dios quiere que lo adoremos en espíritu y en verdad; y que está encantado de que nos encerremos en nuestro cuarto para hablar con Él".