Autores

Cardenal Cristóbal López Romero

Cristóbal López Romero, SDB

Sacerdotes, servidores

El sábado pasado, en Madrid, tuve la alegría de ordenar dos sacerdotes y tres diáconos, todos salesianos, hermanos míos de congregación. No es una alegría muy frecuente, desgraciadamente. De hecho, es la

Intocable Pozzo di Borgo

Vuelvo de Marrakech en este domingo de la Santísima Trinidad y me pongo a teclear estas líneas impelido por la emoción de la experiencia vivida. He presidido una ceremonia fúnebre interreligiosa antes de

coronavirus, farmacia

Una nueva epidemia

Con el COVID-19, aprendimos que una “pandemia” es una enfermedad extendida por todo el orbe. Si queda restringida a un ámbito determinado, entonces hablamos simplemente de “epidemia”. Viene esto a

Manuel Jimémez, misionero salesiano en RD Congo

El primer misionero

Los católicos españoles hemos estado siempre muy orgullosos de nuestros misioneros. Acabo de leer que somos (yo me incluyo) unos 12.000, pero en tiempos idos creo que llegábamos a 20.000; es tiempo de

Hablemos con el corazón

Un primo mío era futbolista y llegó a jugar en Tercera División. Cada semana compraba dos o tres veces un diario deportivo, con el que, a mis 5 años, mejoré mi capacidad de lectura y me aficioné a ella.

Me duele el corazón de quererte tanto

Si por la mañana, al despertarte, no te duele nada, no sientes ninguna molestia, no te da ningún calambre ni tienes ningún estirón muscular; si no te cuesta respirar ni ponerte de pie; si no se te pegan

Venid y vamos todos

Venir e ir todos juntos es una buena explicación de la palabra “Sínodo”, pero hoy este comentario no va de sínodo. Aunque quizás sí.
El título –ya lo han adivinado los amigos lectores, al menos los

religiosas jóvenes

“¿No soy yo una vocación suya?”

Bolivia, San Carlos, en el departamento de Santa Cruz; una inmensa parroquia confiada a los salesianos donde trabajan un buen ramillete de congregaciones religiosas femeninas. De la buena tierra y del buen

Tras las huellas de los redentores

Trujéronnos a Argel, donde hallé que estaban rescatando los padres de la Santísima Trinidad; hablélos, díjeles quién era; y movidos de caridad, aunque yo era extranjero, me rescataron en esta forma: que

No puedo callar: ¡es Pascua!

Hubo una época, de juventud, en la que, en la comunidad de la que yo formaba parte, nos propusimos no predicar nada que no estuviésemos viviendo, es decir, hablar solo desde la experiencia personal y