"Ante la muerte de su hijo Arthur, afirma que cree en Dios y quería quizás no hacerlo, clamar contra Dios y maldecirle, pero piensa que no tiene derecho a ello, que su dolor no le dispensa el renegar. Llama a la espera escatológica, a sentarse a esperar el momento. El fallecido y el vivo se sientan juntos junto a la hoguera en la oscuridad, abiertos a la esperanza final".