Nuestro corazón se llena de alegría cuando le escuchamos decir al Papa Francisco que en la Iglesia caben “todos, todos, todos”. Esta no es una convicción propiamente del papa, sino una consecuencia del Evangelio.
El misterio de Dios en la vida del creyente está oxigenado por ser presencia siempre nueva y que no se deja encerrar en un modo único de manifestarse en la vida de sus hijos
El 31 de mayo de 1925 fue canonizado el sacerdote francés Juan Eudes, junto con el cura de Ars. Había fallecido el 19 de agosto de 1680, a los 79 años y su fama de santidad no se interrumpió jamás.
En este camino de descendimiento a nuestra interioridad que nos hemos propuesto, descubrimos que un elemento esencial de nuestra vida de fe es la alegría
Cuando participamos de los estados y misterios de Jesús, nuestra vida se transforma y adquiere una mirada diferente: “No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase.
En la vida espiritual todo es iniciativa de Dios. En efecto, Él ha salido a nuestro encuentro y nos llama a entrar en una vida de comunión con Él, en el ejercicio de nuestra libertad.
El cristiano de hoy tiene claro que una lectura teológica de la historia es la curación ante una mirada maniquea de la realidad, que poco a poco nos aísla en una relación pesimista, desesperanzadora y hasta sin sentido del mundo que nos rodea.
Aparecida y otros documentos del Magisterio latinoamericano, así como el pontificado de Francisco, recuerdan constantemente la importancia de renovar “ahora mismo” este encuentro con Jesucristo que cambia la vida