El Concilio Vaticano II presentó la conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma de la Iglesia en sí misma por fidelidad al Evangelio y para dar respuesta a las preguntas de los hombres y mujeres de cada tiempo. En estos momentos, el sentido primordial de la sinodalidad querida por el papa Francisco es esa misma vocación de renovación y de conversión, personal y comunitaria. Hacia fuera y hacia dentro. 'Ecclesia semper reformanda'