"Es un gran error, en el que muchos personajes eclesiásticos caen habitualmente, no aprovechar la magnífica oportunidad que ofrecen los medios de comunicación cuando critican despiadadamente a la Iglesia. Recibir las críticas poniendo atención en lo que ellas puedan contener de verdadero tiene además, desde el punto de vista cristiano, una gran ventaja: permite verlas y vivirlas como una purificación necesaria y bienvenida".