“Ay, los obispos españoles se empeñan, en una decisión muy respetable, en no sacar nota alguna ante las elecciones del 10-N. Lo tienen muy hablado, por más que ante cada cita electoral siempre haya quien les agite la muleta para ver si entran al trapo. El único inconveniente es que, ante su silencio, sean otros los que hablen por ellos, creyéndose los guardianes de las esencias de la fe”.  

“Veo en sus redes sociales a Santiago Abascal otear el futuro de la humanidad desde la privilegiada terraza del edificio de la Secretaría de Estado y me pregunto si habrá ido al Vaticano para comprobar en persona si Bergoglio le ha hecho caso y ha llenado la plaza de San Pedro de inmigrantes”.

“Hoy, como ayer, son los obispos más integristas los que con más descaro ponen palos en las ruedas de un pontificado hasta el punto de que se silabea la palabra cisma mientras los demás se sumen en la zozobra y la parálisis. La duda se hace paso entre los biempensantes. El reino de la sospecha gana terreno”.