"Estos días, la credibilidad de la Iglesia en España ha vuelto a sufrir tras la pena canónica impuesta a un sacerdote, abusador reincidente y que se saltó la primera condena. En la sociedad, la indignación dio paso a la burla. En la propia comunidad cristiana, al estupor".
"Aunque lo niegue, las comanda la tía Fina, cubo en mano a sus 86 años, disponiendo tareas a sus compañeras de cuadrilla como si la iglesia fuera su propia casa. Porque así es, exactamente, como la sienten. A pesar de que dentro, a veces, apesta".