Él dice que estaba ciego y comenzó a ver, que se operó en él el verdadero milagro de encontrar el amor y a Dios en el mismo dolor, en el mismo límite, en la dificultad. Se podía entregar amando.
¿Estarán los que no cuentan? Os admiro y, a veces, me avergüenza escuchar vuestros relatos de caminos heridos y fracasados para llegar a un lugar donde cuestionamos presencias con ideologías de radicalidad
Yo soy testigo de que ese gesto era síntesis y sacramento de su vida real, de sus deseos más profundos, de su sentido de la vida, de sus ganas de querer y alegrar a los demás
El Domingo de la Santísima Trinidad debería ser el día de las comunidades cristianas. El verdadero sacramento y signo de este misterio trinitario debe serlo la iglesia en su conjunto. La reciente noticia de …