Jesucristo es el “santificador”, y la suya es una acción “santificadora y santificante” de la que ha llenado su Iglesia. A partir de su Encarnación, comenzó a santificar todas las cosas. Bendecir es alabar a Dios y santificar a los hombres. Se santifican las diversas circunstancias de la vida. El concepto de “bendición” se ha ampliado hasta la última decisión del papa Francisco y la Declaración ‘Fiducia supplicans’. Se abren nuevos caminos, siempre guiados por el Espíritu.