"Que las niñas y mujeres tengan acceso a la formación es una cuestión no solo de derechos individuales, sino una exigencia para el bien común y el desarrollo integral. En el contexto actual en el que todos pensamos en el renacimiento tras la pandemia, creo que la formación de la mujer es un requisito fundamental, y que la Iglesia hace bien cuando aboga por este derecho".