“Una celebración de Pasión, ante la catedral destruida, pero a la que llegaba el rayo de esperanza del sol de la mañana, las vidrieras floreadas recuperando su luz habitual entre los cascotes o la solidaridad de los donantes… Este año, el Viernes Santo ha sido para muchos una meditación de la situación actual; pero, a través de la belleza, también una apertura a la Luz y la Vida por encima de la destrucción”.