“El Sínodo de la Amazonía ha vuelto a ser para los católicos un nuevo aldabonazo de todo lo que implica una sensibilidad ecológica que no deja de ser la misma preocupación de quien pone a los más indefensos en el centro. La primera página de la Biblia continúa reclamando a la persona de hoy en día la dignidad necesaria de quien es continuador de la obra creadora de Dios”.