“Francisco confesaba antes de llegar a Roma que la lluvia le ha permitido disfrutar del paisaje rumano gracias a que ha tenido que realizar dos trayectos en coche. Un viaje a un país de minoría católico, rodeado de leyendas desde los zíngaros hasta el conde Drácula en el que Francisco ha podido acercarse a sus líderes, a sus iglesias y a las angustias de sus gentes”.