“Propuestas de liderazgo laical, de la ordenación de los ‘viri probati’, la cuestión del diaconado femenino, la adaptación litúrgica… puede que sean irrelevantes para quienes ven la partida desde fuera y sus preocupaciones cotidianas van por otro camino, pero condicionarán la forma en la que la Iglesia se entenderá a sí misma –y su misión en el mundo– en un futuro no muy lejano”.