“Ante la muerte de dos niños vemos las dos caras que se entremezclan en nuestras realidades cotidianas. La maldad y la bondad pura que trata de expresar el abrazo de Dios en los momentos de dolor más duro y más puro. El riesgo de tener y cuidar a un niño. Un cuidado que en el ambiente europeo crece en bienestar y protección jurídica en lo que los niños se refiere. Pero, por otro lado, los números no salen, la natalidad no deja de caer en picado”.