En su homilía, Francisco ha querido conjugar los verbos decir y bendecir. “La Eucaristía es una escuela de bendición. Dios dice bien de nosotros, sus hijos amados, y así nos anima a seguir adelante”, señaló, ya que cuando se bendice algo “no se hace algo para sí mismo, sino para los demás”, “con amor”. Por eso pidió a los sacerdotes que no tuvieran “miedo en bendecir” frente a la proliferación de insultos y maldiciones.