“Se ha caminado mucho en estos últimos años, ante una dolorosa situación que la Iglesia –y aún ocurre en otros ámbitos sociales– ha vivido como si no existiese. La pérdida de credibilidad institucional conduce necesariamente a una falta de fe ante la ausencia de testigos que trasparenten la fuerza transformadora del cristianismo. Un obispo estadounidense, Ronald W. Gainer, ha escrito en estos días: ‘No hay nada que tomemos más en serio que la protección de aquellos que atraviesan nuestras puertas’. Sin duda, tarea urgente para quienes se sienten Iglesia”.