Desde la periférica experiencia, pero profundamente sinodal, del pequeño Ecuador, llegó una invitación del Espíritu Santo para todo el territorio y para nuestra Iglesia, en profunda fidelidad con las décadas del camino ya hecho por grandes testimonios y procesos vivos en este territorio a a luz del Concilio Vaticano, y de la Conferencia del CELAM en Aparecida
Encontrar a Dios en una experiencia profunda que nos lleve a tocar al otro como hermano en un mundo tan fracturado y tan lleno de impulsos superficiales es sumamente difícil, casi contracultural.
El Concilio Vaticano II sigue siendo una promesa de una Iglesia comprometida con y capaz de responder a los nuevos signos de los tiempos; surge de entre la soledad y el aislamiento de una Iglesia fragmentada para responder al compromiso de eclesialidad que pueda propiciar una verdadera vivencia de algo más cercano a la promesa del pueblo de Dios que Jesús hizo para la humanidad.
He querido comenzar este capítulo con esta reflexión de Pedro Arrupe. Es una de las frases que más ha marcado mi servicio y misión dentro de la Iglesia y, en especial, mi camino como laico de espiritualidad Ignaciana.
Aún recuerdo aquel dibujo con el rostro de un Cristo muy sonriente (al menos así lo tengo impreso en mi mente), sudoroso, cargando una cruz pesada, enorme, que avanzaba a contracorriente de una fila de autos, mientras los conductores le gritaban “vas en sentido contrario”.
La Vida Consagrada es verdaderamente fuente de vida para toda la Iglesia. Su presencia encarnada en la periferia, en las condiciones más difíciles, dando testimonio de anuncio y muchas veces de denuncia, …
Es tiempo de hacerlo todo nuevo en el sentido de justicia, solidaridad y fraternidad, de modo que este 2021 no quede secuestrado por los extremos que impiden el diálogo genuino, la vida plena, y que animando un discernimiento sincero, liberador, haya espacio para todos y todas quienes asumen este llamado a tejer vida y vida en abundancia, en clave de liberación integral
En este Navidad pedimos que los sueños social, cultural, ecológico y eclesial, sean como la luz que ilumina el camino para que todos y todas puedan admirar la belleza del rostro del Cristo vivo que también se encarna en la Amazonía.
"Es momento de agradecimiento por los tantos y tantas que es imposible nombrar que han construido esta barca desde las maderas hermosas que ya estaban dando la vida por la Amazonía"
"La incapacidad de ambos polos en tensión durante el Sínodo Amazónico, sobre temas complejos procesuales como el de la ordenación de hombres casados, le arrancó de las manos al Papa la posibilidad de dar un paso adelante en cuanto a reformas más explícitas"