A lo largo de los últimos años hemos ido aprendiendo a dar una respuesta cada vez más cabal, más completa y humana, a las víctimas de abusos sexuales en los entornos eclesiales. El aprendizaje no ha sido …
"La grave y dolorosa realidad de los abusos sexuales es una herida, dolorosa, sangrante, en el seno de nuestra Iglesia, y de nuestra sociedad, a la que no hemos sabido dar la respuesta adecuada, y esto es un mea culpa que todos, como comunidad, debemos entonar, pero de una manera especial nuestros obispos y superiores mayores".