El Papa nos recuerda que la crisis climática no puede resolverse a expensas de las poblaciones que históricamente han sido excluidas y explotadas por estructuras económicas mundiales.
“Todos decimos siempre que queremos un mundo mejor, un mundo feliz, pero ¿qué hemos hecho por ello? Pareciera que la casa en que vivimos se ha envejecido tanto que amenaza con desplomarse porque ya no se sostienen sus bases”