"Cuando tenía 20 años y soñaba como todos los jóvenes con cambiar el mundo para bien, empecé a militar en un partido político y quería ser diputada nacional para representar al pueblo. Mi papá me apoyó y me advirtió sabiamente que, de llegar, iba a ser empleada de ese pueblo, para el que tenía que trabajar tanto para los que me elegirían como para aquellos que no”