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Valmore Muñoz Arteaga

Valmore Muñoz Arteaga

Por una ética del amor trinitario

Todo cristiano debería estar familiarizado con el misterio de la Santísima Trinidad. En él se concentra todo el cuerpo doctrinario del Cristianismo, que afirma la verdad de que en la unidad de la Divinidad (Dios), hay tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo que son verdaderamente distintas una de la otra.

Benedicto XVI, sobre la muerte y la resurrección

Cuando el diario alemán Bild consultó al secretario privado de Benedicto XVI sobre sus palabras a propósito de la muerte del padre Gerhard Winkler, este respondió: “El arte de morir forma parte de la vida cristiana".

¿Dios ha muerto?

“Si Dios ha muerto, todo está permitido”, señala amargamente Dostoievsky en 'Los hermanos Karamazov', resaltando el carácter moral del señalamiento.

El hombre es creado creador

Francesco de Petrarca fue una de las mentes más brillantes de la poesía universal y, por supuesto, del humanismo renacentista. Reconoció en a la teología, no como ciencia, sino como poesía, la poesía de Dios.

Hasta el fondo, hasta ese resplandor

El amor, su fuerza brutal, demoledora, paridora de heridas por doquier, embota hasta la más profunda de las capacidades intelectuales.

Afinar las cuerdas de la vida

En la poesía tanto profana como religiosa, afinar las cuerdas de la vida se refiere al cuerpo humano que es usualmente contemplado como un instrumento, cuyas cuerdas son las distintas facultades humanas.

Educar para una razón poética

Cuando pienso en razonar poético, a pesar de hacerlo a partir de una idea formulada por María Zambrano, no dejo de reconocer y de valorar lo que Nietzsche nos brinda desde su filosofar a martillazos, según el cual nos enmarca en una invitación arriesgada, pero seductora: vivir es inventar.

Educar en la belleza

“Que su adorno [...] sea la persona secreta del corazón en la vestidura incorruptible del espíritu quieto y apacible, que es de gran valor a los ojos de Dios”, escribe Pedro en su Primera Carta (3,3-4).

El hombre

El hombre es un camino, un enigma, un ser en perpetua búsqueda de su propia humanidad y del secreto que ella encubre.

Virgen María, si tú no me miras

María representa el anhelo de todo lo más grande que tiene nuestra alma. El amor como anhelo de Dios, como decía San Agustín, anhelo que es amor y como amor es movimiento, movimiento que conduce al mismo Dios.