Comprender que la alegría constituye la vida interior de Dios nos permite aceptar que vivimos en medio de lujos maravillosos que se esconden en soles, planetas, lunas, estrellas, incluso en la propia existencia.
Educar al ser humano en su relación con el silencio significa la comprensión profunda del valor de la prudencia. Hablar cuando resulte verdaderamente oportuno y, por supuesto, al hacerlo que realmente valga la pena.
¿Dónde está el honor de nuestra democracia si han de morir así las gentes como perros, y se quedarán sin investigar las muertes como la del padre Rafael? Una pregunta cargada de amargura, pero sin abandonar la esperanza de que alguien, al tratar de responder, asuma la responsabilidad de iniciar un camino de reconquista de los valores que han de definirla.
En este breve ensayo Chiara Lubich nos lleva de la mano por su reflexión acerca del amor y de la posibilidad de afianzarnos en el valor supremo de la vida por medio de una espiritualidad concebida desde la interculturalidad.
San Francisco decidió buscar solución al problema. Al estar frente al lobo, San Francisco le dice: “Ven aquí, hermano lobo! Yo te mando, de parte de Cristo, que no hagas daño ni a mí ni a nadie”. El lobo se acercó a él mansamente.
La Modernidad nos ha puesto frente a un obstáculo que ha teñido de sombras, a veces más espesas, otras más claras, la experiencia de la vida. El centro de nuestra vida es el hacer, a expensas del ser y, claro está, del vivir.
El silencio, advierte Raimon Panikkar, no puede ser mencionado sin ser destruido, puesto que es incompatible con el habla. Hallar el silencio es vaciarnos de palabras.
Josep Otón, profesor en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona, afirma que el interior humano requiere ser explorado y trabajado para descubrir en él los destellos de la dimensión trascendente de la existencia.
Si queremos salvar al hombre, si nos queremos salvar, debemos salvarnos de lo salvaje para caminar seguros hacia lo humano y de allí caminar seguros hacia lo divino. ¿Qué es lo salvaje?, ya lo hemos dicho, todas las costumbres que contradigan el corazón del Evangelio.
El Islam nos presenta a María como virgen, inmaculada, pura, piadosa, prudente, consciente de la función que cumple a lo largo de su vida, predestinadamente idónea para acoger el Verbo de Dios, con perfecta disponibilidad.