El día de ayer, mientras pensaba y oraba por Mons. Rolando Álvarez y la Iglesia de Nicaragua, me vino a la mente – esto resulta inevitable dado el caso – el recuerdo doloroso, pero también con esperanzador, del brutal asesinato de Monseñor Oscar Romero.
No solo se trata del amor que hemos dado el que levantará su voz sobre nosotros al final, sino que, además, el propio amor de Dios hará lo suyo. En esto radica, afirma el padre Amorth, la vida cristiana: en el amor.
El discurso sobre 'La Justicia' lo desarrolla Rosmini a partir de un versículo del libro de los Salmos, el 117, 19, concretamente el que dice: “Ábranme, pues, las puertas de justicia – para entrar a dar gracias al Señor”.
He vivido en la periferia de abundancia material, muchas veces sometido a los embates de una realidad económica brutal e injusta. Todos conocen bien la realidad de Venezuela. Y cuando estuve muy cerca de colgar los guantes, llega la Madre María Félix a ayudarme a comprender que “a mayor necesidad, mayor ternura de Dios”.
Hace algunos años levanté una polvareda en una charla que dicté en una parroquia. Afirmé en esa ocasión, movido por no sé qué espíritu polémico, la idea de que el Cristianismo no tenía nada de bello, ni de hermoso si todo su esplendor se concentraba en la cruz.
La actitud de María frente a la adversidad, frente a las contrariedades, frente al hecho crudo y amargo de ser madre de un signo de contradicción para todo hombre, fue siempre de valentía y coraje.