"Sabedor de que la Iglesia no se cuela en el mundo de la empresa para enriquecerse, pero, consciente de que hay que ingeniárselas para que garantice el pan de cada día a quienes se suman a la aventura. Despojado de toda ñoñería y pamplina clericaloide, abanderado de que a la oficina hay que llegar rezado, pero empapado de un Evangelio aterrizado en la misión de cada día".