Las palabras tienen poder, es una afirmación fuerte pero real, invertir en darle sentido y contextualizarlo en la cultura es una labor bella, saborear la palabra es un propósito, “la gran virtud de la palabra es, a la vez, su gran estigma.
Le preguntaron al Siervo de Dios Rafael García Herreros, sobre lo que lo apasionaba en la vida, respondió jocosa y libremente: “Solo me apasiona Cristo”
La regla benedictina es una de las más hermosas y profundas oraciones que tenemos desde la época muy antigua en nuestra tradición de la Iglesia. Es una manera de manejar u ordenar bien los tiempos según el plan de Dios.
Parece que el hombre de hoy está abocado sobre su realidad compleja, a veces nos supera el pensar que somos cíclicos, ojalá naciéramos para vivir sin límites de nada, que nadie nos pusiera limites o cerrará las puertas en la vida