Dice por ahí una frase del mindfulness que “donde está tu atención, está nuestra energía”. Pasó que por accidente mi móvil se quebró y no hubo manera de repararlo, mi primera rección fue de preocupación pero decidí de inmediato verlo como una oportunidad y tratar de enfocar mi atención en lo esencial. Determiné que no era tan trágico y que era posible sobrevivir sin este tipo de dispositivos por algunos días.
- PODCAST: Timothy Broglio y la Iglesia estadounidense
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Esta visión estuvo muy influida por mi lectura y escucha de la psiquiatra española Marian Rojas Estapé, quien recientemente ha investigado sobre cómo el uso del móvil afecta a nuestro cerebro debido a la hiperestimulación pero también como potenciales inhibidores de una verdadera búsqueda y admiración ante la realidad.
Parte de los hallazgos recientes que Estapé ha difundido, nos hacen conciencia de que somos cada vez menos capaces de prestar atención a las cosas que valen la pena y menos tolerantes a la frustración porque el uso del móvil nos da una gratificación instantánea. Recordemos que la corteza prefrontal es la zona que se encarga de la atención, de la concentración, de la resolución de problemas y el control de los impulsos.
Cuaresma: oportunidad invaluable de analizarnos
No puedo explicar la sensación de liberación que viví las 24 horas que estuve sin móvil, me centré en lo esencial: ubicarme, respirar, ser consciente de lo que hay alrededor, sin la presión del tiempo. Pude contemplar ciertos detalles del día a día, participé más enfocada de la misa. Me moví en el transporte público y pude charlar con los que iban a mi lado. El desengancharse del estrés y la presión por conectar, fue una experiencia que me transportó una década atrás, antes de tener mi primer teléfono inteligente. En el que vivía al máximo las caminatas, las charlas casuales con personas que no siempre conoces y la observación de los detalles callejeros sin más.
En esas horas, recordé mucho a Carlos G. Vallés y pasajes de su libro ‘Dejar a Dios ser Dios’, hablando precisamente de su experiencia en la India donde se buscar vaciar la mente “haz callar a la mente para que hable el corazón. Este es sólo el portal de entrada de donde parten luego enseñanzas y prácticas cada vez más y más reinadas para acallar la mente y despertar la fe. Las escuelas son muchas, y las experiencias multiformes; pero la dirección es constante. Negar las apariencias para que surja la realidad, domar el pensamiento para liberar la verdad, vaciar la mente para que la llene Dios”.
Esta cuaresma que está por empezar nos ofrece una oportunidad invaluable de analizarnos, centrar nuestra atención, apaciguar nuestras ansiedades especialmente por el mundo virtual para conectar más con lo real, para vaciar nuestra mente de preocupaciones y volver nuestra mirada a lo esencial y cotidiano. ¡En nuestro entorno Dios palpita!