Desde hace dos años y cuatro meses, ‘Vida Nueva’ ha tenido la gentileza de permitirme compartir con los lectores 42.400 palabras: cada semana 400. Ha sido en esta misma sección, a la que puse el nombre de ‘Venga tu Reino’, mi lema episcopal.
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42.400 palabras dan para mucho. A mí me han exigido atención y observación de la realidad que vivo, así como reflexión sobre la misma. Me han obligado también a intentar iluminar esa realidad con la luz del Evangelio, o a extraer de la vida cotidiana retazos de Evangelio.
Las 400 palabras semanales me han permitido también compartir la experiencia de las comunidades cristianas del norte de África, antes desconocidas totalmente y ahora en el candelero de la actualidad gracias, sobre todo, a la visita del papa Francisco a Rabat, hace cinco años.
Así que el primer y mayor beneficiado de esta aventura he sido yo mismo. Unos cuantos amigos me han alentado durante estos dos años y meses, diciéndome que les resultaba interesante y les hacía bien leerme semanalmente. Gloria a Dios y gracias a la editora de la revista.
Digo todo esto porque con esta entrega cierro un ciclo. Mis obligaciones pastorales en la Diócesis de Rabat, en la Conferencia Episcopal de la Región Norte de África (CERNA), en el Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SCEAM) y en los Dicasterios del Culto y del Diálogo Interreligioso, me ocupan y desbordan las 24 horas que Dios me regala cada día. Me quedan menos de tres años antes de presentar la renuncia como obispo y quiero dedicarlos intensamente a lo que, siendo devoción, es también obligación para mí.
Así que, con pena en el alma, he solicitado al director de la revista exonerarme, no de esta carga, sino de este privilegio. Agradezco su comprensión, así como también la generosidad de dejarme abierta una ventana para poder entrar en la revista ocasionalmente, cuando lo vea conveniente.
El testigo a Antonio Gómez Cantero
Recibí el testigo del cardenal Carlos Amigo, como Eliseo recibió el manto de Elías: D. Carlos fue uno de los co-consagrantes en mi ordenación episcopal. Ahora lo paso al obispo de mi diócesis de origen, donde fui bautizado: a D. Antonio Gómez Cantero, obispo de Almería. La pluma, o el ordenador, queda en excelentes manos.
“Adiós con el corazón, que con el alma no puedo; por eso, más que adiós, prefiero decir hasta luego”.
Gracias a todos. En unión de oración.