JOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva
“No basta una simple nota de prensa de la diócesis explicando cómo se ha procedido para tratar esta patata caliente si no se toman las medidas oportunas para que esto no vuelva a repetirse…”
Que tan solo cinco años después de recibir las bendiciones canónicas de la diócesis, una asociación pública de fieles esté siendo investigada por la Guardia Civil y un juzgado haya abierto diligencias por denuncias presentadas por familiares de miembros de esa asociación demuestra varias cosas, y de ninguna nos podemos sentir orgullosos.
Primero, que, evidentemente, los filtros para detectar megalomanías y otras enfermedades que andan pululando por las circunvoluciones cerebrales que nutren algunas fundaciones de nuevo cuño tampoco han funcionado en esta ocasión. La sequía vocacional, junto a las ganas de hacer bulto, de aportar masa a las celebraciones, a los conciertos, a las peregrinaciones, incluso a los servicios de orden, un gratis total para mayor gloria del fundador y de la diócesis que lo acoge, es capaz de anular el entendimiento del más benemérito en tiempos donde la evangelización se cuadra en hoja de cálculo.
También vuelve a demostrar que la sabiduría es anterior a Twitter y que a nuestros antepasados les sobraban carácter y caracteres para dejar sentenciado que “el hábito no hace al monje”. Cuando algunos desprecian a los religiosos y religiosas porque no visten los ropajes de su orden, se mofan al verlos “de civil” y reclaman su uniformización, en todos los sentidos, descompone ver cómo algunos fundadores esconden tras coloridos atuendos por ellos diseñados intenciones tremendamente oscuras. Y el catálogo es tan amplio que haría las delicias cinematográficas del mismísimo Fellini.
Y demuestra también que no basta una simple nota de prensa de la diócesis explicando cómo se ha procedido para tratar esta patata caliente si no se toman –y explican– las medidas oportunas
para que esto no vuelva a repetirse. Pero claro, si se hubiese convocado una rueda de prensa, tal vez alguien pudiera haber preguntado por qué –tras la política de tolerancia cero adoptada por Benedicto XVI y seguida al dedillo por Francisco– no es la misma diócesis la que ponga en conocimiento de las autoridades unos hechos que no deben ser meras fabulaciones, pues es
el propio obispo –tras la investigación de casi un año de un visitador canónico– quien decide apartar al fundador por su “conducta moral”. ¿Es esto “actuar con determinación” frente a los abusos, como pide Bergoglio?
En el nº 2.915 de Vida Nueva
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