El pasado 26 de Marzo se consumó en nuestro país un episodio más de la concentración bancaria que observamos desde hace ya varias décadas. En este caso se dio entre dos antiguas cajas de ahorro (convertidas ahora en bancos privados) en las que una de ellas, CaixaBank, proveniente de la extinta Caja de Ahorros y Pensiones de Barcelona, absorve a Bankia, entidad bancaria que tuvo como origen la fusión de siete cajas de ahorros, entre las que las más grandes eran Caja Madrid y Bancaja (que eran a su vez resultado de anteriores fusiones de cajas de ahorro).
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Esta fusión cambia el panorama bancario nacional ya que nace así una entidad que supera a sus dos principales competidores en capital, plantilla, oficinas y clientes en el interior de las fronteras de nuestro país. Además, conlleva que las tres principales entidades bancarias españolas controlen, más del 60% del negocio bancario nacional, y que entre las cinco primeras, tengan más del 70%.
Esto supone el sector bancario más concentrado de toda la Unión Europea. En sus principales países las cinco primeras entidades bancarias concentran menos del 50% de los activos y en algunos países como Alemania menos del 30%.
Uno se pregunta cuáles son las causas de que cada vez más reduzcamos el número de entidades en nuestro país y el negocio bancario se concentre en pocas manos. El nuevo presidente de la entidad, José Ignacio Goirigolzarri afirma que esta gran empresa financiera nace para “apoyar a familiares y empresas” y uno se pregunta si es esta la verdadera razón por la que se realiza la absorción o, como afirman muchos analistas, hay otros motivos más importantes que tienen que ver con la intención de que el rendimiento económico se incremente reduciendo costes en un futuro inmediato.
En todo caso, es pertinente preguntarse si en una economía que denominamos de mercado, nos interesa que cada vez este ocupe menos espacio. Porque no nos engañemos, para que exista un mercado sano y dinámico necesitamos que haya un número suficiente de empresas que compitan entre ellas.
Cuando la oferta se ve limitada a un número reducido de empresas que acaparan la mayoría de las ventas, pasamos a tener oligopolios en los que las estrategias de unos se ven replicadas por las de otros y los compradores pierden fuerza y las ventajas que les puede ofrecer un mercado sano.
Intervención estatal
Además, el crecimiento del tamaño de las entidades bancarias hace que estas se conviertan en entidades sistémicas, es decir, que son tan grandes que no nos podemos permitir que quiebren porque eso supondría que todo el sistema financiero se vendría abajo. Eso ya lo vimos en la intervención estatal de la entidad absorbida, Bankia, cuyo principal accionista era, hasta ahora, el Estado que tuvo que ir a su rescate cuando estuvo a punto de quebrar en la última crisis financiera.