Fue en marzo cuando los obispos de las tres diócesis del territorio de la comunidad autónoma de Madrid (Getafe, Alcalá de Henares y Madrid), que aúnan sus esfuerzos para coordinar y hacer eficaz el trabajo de sus delegaciones de migraciones, en el incipiente e ilusionante camino “sinodal” de las tres diócesis en este ámbito, escribieron una carta pastoral que terminaba con esta frase, mezcla de deseo, de petición orante y de compromiso: “construyamos puentes de encuentro y no muros de separación”.
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La utilización de esta frase, aunque muchas veces se hace manera recurrente –y no solo en este ámbito–, no le quita nada de su valor y mucho menos también cuando se usa en el ámbito estrictamente político como empuje comprometido, sobre todo para quienes las pronuncian.
Días tan “constitucionales”
Me viene a cuenta este recuerdo a propósito precisamente de la celebraciones de estos días tan “constitucionales” y festivos precisamente en un corto “puente” laboral que no ha impedido la constatación de muros en palabras y acciones de nuestros políticos, más alejados de puentes imprescindibles en sus acciones y palabras y más cercanos en la creación de muros en todos los aspectos –y no solo en el ámbito migratorio–. Una Constitución como la actual válida y estable pero que necesita más revitalización (mucho más trasversalmente) y aplicación que de reformas. Y sobre todo cuidada más allá de proclamas solemnes y que deben expresarse, por ejemplo en el tema de la acogida de menores migrantes. Estos una vez más, utilizados, también, como moneda de cambio político donde parece que lo que del menor importa no es precisamente el interés superior del menor en todos los ámbitos. Y que es uno de los flecos a resolver por ejemplo en el pacto actual Europeo de Migraciones, donde muchas oenegés señalan la vulneración de derechos incluso en menores a partir de seis años por ejemplo “en la recogida de datos biométricos y con la posibilidad del uso de la fuerza”. ¡Con niños!
Puntos clave
Pero vayamos a la frase del comienzo. Bien como imagen. Pero que necesita concretarse no solo como imagen sino en actos concretos desde el enfoque de la solidaridad, la acogida y la cooperación, en contraposición a la exclusión o la división. Ahí van algunos puntos clave en mi modesto criterio:
- Humanización del discurso: es decir las personas en el centro. Construir puentes implica reconocer la dignidad de cada ser humano, más allá de las políticas, de las fronteras culturales, o religiosas.
- Acción transformadora: es decir no quedarse en la imagen ni en lo que se detiene en lo simbólico. Sabemos muy bien también en la Iglesia, que el símbolo tiene una dimensión transformadora construir puentes requiere acciones concretas que promuevan justicia y fraternidad, como políticas inclusivas, programas de integración y plataformas para el diálogo intercultural. Y denuncias concretas –en la Iglesia añadimos lo de profética– de comportamiento en ámbitos y grupos sociales.
- La Inspiración cristiana como movilizadora de la denuncia y la acción: el mandato de amar al prójimo es un pilar para derribar muros de indiferencia o miedo. La solidaridad y el compromiso con los más vulnerables son caminos para construir puentes de esperanza.
- Pensar en global y actuar en local, de esto escribí aquí hace poco en el articulo “Glocal”. Mirando a la Iglesia, católica e inculturada a la vez, hacia dentro de la misma Iglesia y hacia fuera . Ídem de ídem para la sociedad en la que nos movemos. Es decir, con una mirada integral: actuar en las comunidades locales mientras se promueve un cambio global en la percepción de las migraciones y los conflictos sociales. Incluso en la conversación con los vecinos, en el mercado, en el deporte…
- Educación y sensibilización: La formación en valores evangélicos, especialmente por lo que nos toca en los ámbitos de nuestra Iglesia española. Y formación en la juventud. Esto es esencial para derribar prejuicios y promover la convivencia. Los “puentes” también son herramientas educativas que conectan a personas y culturas.
Por si ayuda, ahí os dejo estos versos de Mario Benedetti en el poema “Para hacer puentes” donde habla tender puentes como un acto de resistencia, ( ahora que esta palabra junto a la de resilencia se pone muy de moda en el debate polito) . Y junto a ellas el amor y la humanidad (no hace falta buscar nuevas palabras) frente a la indiferencia y las barreras que dividen a las personas. El fragmento clave que os destaco del poema es:
Para hacer puentes hace falta
querer cruzarlos,
mirar de frente al otro lado,
no temerle al abismo,
ni al diferente.