Qué duda cabe que nos encontramos en un río revuelto, no solo en lo que a los mercados se refiere, sino también en la economía real: empresas, gobiernos, hogares… El mercado siempre está rodeado de incertidumbre, pero más aún en estos momentos. ¿Qué es lo que ha cambiado?
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Hace tan solo un año, los tipos de gobierno alemán a 10 años estaban en el -0,5%, los bancos centrales se encontraban cómodos con los estímulos introducidos en el sistema, la inflación, desaparecida, y los mercados en máximos semana tras semana. La planificación parecía no ser necesaria, puesto que con el simple hecho de comprar, se podría vender algo más adelante con beneficio…
La inflación provocada por los estímulos y la pandemia del Covid, junto con la guerra en Ucrania principalmente, han complicado la situación. A día de hoy el bono alemán a 10 años ha incrementado su rentabilidad en un 2%; la renta variable ha caído un 20%; las materias primas casi doblan su precio… Y en estas condiciones nos llevamos las manos a la cabeza, entran ganas de salir de los mercados, de dejar todo en liquidez y meterlo debajo del colchón. ¿Es esta una decisión apropiada?
Tomar decisiones de forma precipitada no suele ser una buena opción. El mercado suele moverse por sentimientos como la euforia y el miedo; cuando hay euforia es porque el mercado está subiendo, y por lo tanto las oportunidades son menores, y cuando hay miedo es porque el mercado está cayendo y las oportunidades empiezan a aparecer.
Nuestra misión, lo primero
Las decisiones precipitadas suelen estar más relacionadas con el impulso que con el raciocinio, y como tal, suelen alejarse de nuestro objetivo, de nuestra misión. No hay que perder de vista que estos objetivos, de forma general, van orientados al largo plazo y como tal, no se debe juzgar o actuar de acuerdo a los acontecimientos puntuales del mercado.
¿Significa esto que hay que cerrar los ojos y aguantar el chaparrón? En absoluto, hay que analizar el mercado y buscar las oportunidades que existan, que las hay.
Como ejemplo la renta fija. Un bono de un emisor solvente a un plazo medio puede estar cotizando hoy muy por debajo de donde estaba hace unos meses, momento en que nos parecía interesante. ¿Significa esto necesariamente que tenga más riesgo que entonces? Probablemente no. De hecho, si consideramos que mantiene el riesgo será mejor alternativa por estar pagando mayor rentabilidad a vencimiento. Y todo debido a la inflación y las consecuentes subidas de tipos. En este punto, ¿sería posible comprar más adelante este bono más barato aún y en mejores condiciones? Es probable, pero mirando a largo plazo hay que analizar si, en este punto, es capaz de cubrir los requerimientos de mi misión.
Otro ejemplo enfocado a la renta variable: en un entorno como el actual donde toda la renta variable ha sido penalizada de forma indiscriminada, ¿puede caer más? Por supuesto, pero siempre habrá empresas y sectores que tengan buenas perspectivas en el entorno actual, lo que hace que vaya a tener un buen comportamiento. Las subidas de tipos, por ejemplo, benefician tradicionalmente al sector bancario al permitirles mayores márgenes y por lo tanto mayores beneficios. ¿Pueden ser una oportunidad actualmente para en el medio plazo conseguir el objetivo buscado?
El mercado, por lo general, siempre ofrece oportunidades, normalmente muy ligadas en función del horizonte temporal del inversor. Las ventas producidas por el pánico de algunos inversores más a corto plazo son la ocasión de entrada en mercado para los inversores a largo plazo. Como bien reza el título, a río revuelto…
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