David Jasso
Secretario Técnico del Proyecto Global de Pastoral en la Conferencia del Episcopado Mexicano

A un año de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe (parte 1 de 4)


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La pandemia como experiencia inédita, trajo consigo también acontecimientos inéditos que pudimos vivir conectados a través de plataformas digitales, aún en medio del dolor, del temor y de la incertidumbre que nos rodeaba.



Podemos decir, con memoria agradecida, que la Iglesia de América Latina y El Caribe no se detuvo, y que por el contrario, con el empuje y la visión del papa Francisco pudimos llevar a cabo desde el CELAM, un camino de escucha recíproca y por desborde del Espíritu, tal y como lo dijo él mismo, en el Mensaje que hace un año nos dedicó a los participantes de la Asamblea Eclesial: “En este proceso, pido al Señor que vuestra Asamblea sea expresión del ‘desborde’ del amor creativo de su Espíritu… que anima a la Iglesia para que, por un proceso de conversión pastoral, sea cada vez más evangelizadora y misionera”.

La reciente presentación que hizo la Presidencia del CELAM de: “Hacia una Iglesia sinodal en salida a las periferias. Reflexiones y propuestas pastorales a partir de la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe”, es signo de este caminar ininterrumpido de la Iglesia del Continente en el que también está implicado el escuchar, el discernir y el decidir.

Aportes del Sínodo de la Sinodalidad

Ahora, de manera similar a como se propone con los aportes del Sínodo de la Sinodalidad, es momento que las propuestas pastorales que presenta este texto vuelvan a las Iglesias particulares de donde surgieron, para encontrar caminos de apropiación y de concreción pastoral, según el contexto propio.

Dado que “La finalidad de este texto es compartir con los distintos miembros del Pueblo de Dios las grandes líneas pastorales discernidas en la Asamblea para orientar la acción evangelizadora futura” (No. 24), tiene una autoridad dada por tres instancias interrelacionadas de nuestra Iglesia regional, según se menciona en el No. 25, en tres niveles:

  1. “Por un lado, a nivel eclesial, tiene el valor y la potestad del conjunto de la Asamblea que discernió con sentido de fe.
  2. A nivel institucional, tiene la autoridad de ser un texto que recoge las conclusiones derivadas de una Asamblea convocada y realizada por el CELAM, y cuya presidencia dispuso la forma de elaborarlo. Ha sido analizado, completado y aprobado por los representantes de las Conferencias Episcopales reunidos en la Asamblea extraordinaria realizada en julio de 2022.
  3. A nivel teológico, tiene el respaldo y la fundamentación del Equipo de Reflexión Teológica, que trabajó durante medio año estudiando y asimilando la documentación e intervenciones, profundizando y sistematizando sus contenidos, ordenando y proyectando sus propuestas evangelizadoras.

 

presidente del CELAM, padre Jasso y otros con el Papa

El título recoge una triple inspiración: el tema de Aparecida, el magisterio del papa Francisco y el lema usado en la Asamblea Eclesial: “Todos somos discípulos misioneros en salida” (Cfr. No. 26).

Pero ¿por qué son reflexiones y propuestas pastorales? Porque se ubica metodológicamente entre el discernir (juzgar) y el actuar que espera encontrar, por “desborde” creativo, nuevos caminos pastorales hacia el futuro que nos propone el Jubileo Guadalupano del 2031 y de la Redención en 2033, sin que por ello antes pudiera haber una Segunda Asamblea con esta u otra temática.

Todo el texto refleja el trabajo colaborativo del Equipo de Reflexión Teológica que coordina el padre Carlos María Galli y su apertura al Espíritu. Soy testigo del entusiasmo de cada una y cada uno de los expertos y amigos del CELAM que lo integran.

La primera parte del texto ofrece un panorama amplio de lo que pasó antes de la Asamblea Eclesial con el proceso de escucha, con el objetivo de “auscultar algunos signos de nuestro tiempo y descubrir la presencia de Dios en la historia. Deseamos mirarlos con los ojos de la fe (cf. DAp 19) para dejarnos interpelar por el Señor y reconocer nuevos caminos” (No. 31).

La segunda parte “ofrece aportes para discernir la primera, dedicada a los desafíos, y a fundamentar la tercera, que ordena las orientaciones” (No. 32). Vale mucho la pena la articulación que presenta mediante una meditación teológico-pastoral-espiritual fiel y creativa de todo el material producido por la Asamblea Eclesial. Las síntesis ofrecidas por el equipo de sistematización en México y la entrega de todos los aportes, más allá de los publicados o conocidos, fueron vitales para la construcción de esta parte.

Finalmente, la tercera parte es totalmente pastoral pues “Formula, elabora y sistematiza las orientaciones pastorales surgidas del discernimiento comunitario de la Asamblea Eclesial. Toma como punto de partida los 231 desafíos elaborados por los grupos en la segunda jornada e integrados en la síntesis de 41, de los cuales se eligieron en la Asamblea los 12 prioritarios (No. 33). Y algo que me parece sumamente innovador y que seguramente será el eje conductor de la recepción, apropiación e implementación de estas reflexiones y propuestas pastorales es, sin duda, la categorización de orientaciones y líneas de acción a partir de seis dimensiones de la acción evangelizadora: kerigmática y misionera; profética y formativa; espiritual, litúrgica y sacramental; sinodal y participativa; socio-transformadora; y ecológica que como se señala atinadamente: “no cubren todas las áreas pastorales, sino que resumen aquellas destacadas por la Asamblea” (No. 33).

Continuará…

 

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