Abusos sexuales: doble rasero con la Iglesia


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No diría que la vicepresidenta primera se haya caído del caballo, pero es evidente que alguien susurra al oído de Carmen Calvo sobre la Iglesia católica en España, lo mismo que antes hicieron con María Teresa Fernández de la Vega.



Escuchar hoy a la mano derecha de Pedro Sánchez en sus juicios sobre el nuncio Auza, el cardenal Blázquez o la Secretaría de Estado es entender que su empeño con la exhumación de Franco le ha servido para ponerse al día sobre la realidad del catolicismo en España.

Suena a que ha empezado a dejar atrás a la Inquisición, aunque también suena condescendiente cuando le reconoce a Angels Barceló que “la inmensa mayoría de los católicos ha evolucionado bastante”.

Cuando en 1979 el PSOE soltó el lastre del marxismo, la Iglesia llevaba lustros desmontando su nacionalcatolicismo. Esa determinación la había mamado del Vaticano II cuando nadie en el PSOE sabía dónde estaba Suresnes. Por lo tanto, menos autosuficiencia en un partido que tiene pendiente su propio “concilio” para respetar el sentir religioso de afiliados y votantes.

fotos simbolica de una persona entre columnas vaticanas o muro de iglesia

La Iglesia sigue cometiendo errores. Pero intenta aprender y cambiar. Lo vemos con el sangrante episodio de los abusos sexuales. No sin dolor y reticencias, se está convirtiendo en una institución de referencia para combatirlos. No hay más que mirar alrededor.

Por eso extraña que quien desde el Gobierno de Sánchez se indignó a través de un mentiroso informe de la Fiscalía denunciando el obstruccionismo eclesial contra esa lacra, no fuese capaz de detectar, denunciar y perseguir los abusos contra menores tutelados en Baleares. ¿Dónde estaba entonces el celo de la exministra de Justicia Dolores Delgado, hoy fiscal general del Estado? Lecciones, de momento, pocas.

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