Nos encontramos en unas sociedades democráticas en la que se ha instaurado la separación de poderes. Este es un sistema que, como cualquier otro, no es perfecto, pero que tiene una serie de cualidades que lo hacen más deseable que otros. La principal es que impide que haya personas o grupos que puedan acumular todo el poder en sus manos y que sean las leyes escogidas por todos las que mandan en la sociedad.
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Una de las características de los extremismos es que quieren romper, en la medida de lo posible, con la separación de poderes existente en nuestro sistema político y anular los contrapoderes. Les molestan la independencia de los jueces, la libertad de los periodistas, y todo aquel que vaya en contra de ellos. Utilizan estos medios para subir al poder, pero luego van en contra de su libertad porque ya han hecho su labor. Ahora hay que seguir utilizándolos, pero limitando sus posibilidades.
El objetivo final de estas estrategias es el de concentrar todo el poder en sus manos. Creen que esta es la única manera de poder llevar adelante las políticas verdaderas, aquellas que creen que son las más correctas para la sociedad. Por ello, están obsesionados por el poder, intentan, no solo alcanzarlo, sino conservarlo a toda cosa y poder mantenerse en él todo lo posible acaparando todo lo que se escapa de sus manos.
Por ello, vemos tan a menudo a políticos extremistas de uno y otro lado, acusarse mutuamente de que son un peligro para la democracia, para nuestro sistema político. Los de babor creen que los de estribor son quienes van a hacer caer nuestro sistema y que son profundamente antidemocráticos, mientras que los de estribor pueden demostrar que los que van en contra de todos los valores que sustenta el sistema político actual son, precisamente, los de babor, lo contrario de lo que dice el anterior.
Contrapoderes
Por ello, la toma de poder no consiste solo en llegar a él, sino también en cambiar las instituciones para intentar evitar que los antidemocráticos del otro lado lo recuperen o puedan compensar las políticas que se plantean balanceando el poder a través de otras instituciones. No se les ocurre pensar que, si consiguen esto y luego toma el poder la otra parte, también va a utilizarlo de la misma manera en contra de ellos.
Es necesario que las instituciones de gobierno de las que nos dotamos, tengan contrapoderes que puedan moderar la actuación de quien ostenta el poder, ya sea este de un lado o de otro. Hay que apostar por medidas válidas para todos y no que vengan de parte, que sean buenas cuando se aplican a los otros pero que no me gustaría que me aplicasen a mí o al contrario, que sean buenas cuando se aplican a mí, pero que no me gustaría verlas aplicadas a los otros. Las leyes tienen que ser aplicables a todos.